lunes, 22 de junio de 2009

Javier Arévalo

Integrantes:
CAMPOS RODRIGUEZ, KARLA VANESSA
ORDOÑEZ SOTO, MARGARET GLADYS
FON CORDOVA, DIEGO
ZALDIVAR KIMURA, MARIANA






Mis padres bailaban a Pérez Prado y escuchaban boleros, que hasta ahora escucho yo. Era el año 65 del siglo pasado, un 14 de noviembre, en Lima, Perú. Nunca recuerdo la hora y no sé por qué. Desde entonces he respirado, una costumbre que ojalá no se me quite pronto, como otras costumbres tan saludables que desde esa fecha practico.
Pasé el colegio sin darme mucha cuenta, ahora creo que fui un niño genio porque aprobé todo y nunca estudié. Seguí periodismo de casualidad y quizá porque no había otra opción para mí. Un amigo me había dicho: "en el periodismo te pagan por escribir" y como yo entonces era casi un profesional de la escritura (escribía introducciones a las asignaciones de mis amigos y también cuentitos eróticos por los que me ganaba un pan con pollo o un keke con chocolate), acepté meterme a la escuela de periodismo.

Mi experiencia en el colegio había sido tan traumática, por aburrida y mediocre, que no quería volver a ningún aula. Pero volví. Tenía 14 años cuando decidí ser escritor. ¿Existía algún lugar donde se siguieran cursos para graduarse de escritor?
No. Todavía no existe ese lugar (y ojalá que nunca exista).
Publiqué mi primer libro de cuentos a los 23 años, se llama Una trampa para el comandante. Concytec me dio plata, mucha diría. Jamás había visto tanto dinero junto. Había presentado un presupuesto enorme para imprimir 500 ejemplares. Entregué 200 a la institución financiera, pero yo publiqué mil. Se los entregué casi todos a Diselpesa, una distribuidora de entonces, y cada mes iba y recogía un cheque; me sentía un escritor.

Con la mitad del dinero me fui a vivir a una casa de Miraflores que estaba en ruinas. La iban a tirar para construir allí unas oficinas que albergaran a una ONG. Viví seis meses comiendo huevos duros y papas sancochadas, hasta que se me acabó el dinero. Quedé flaco como un perro flaco. Luego publiqué Nocturno de ron y gatos (Peisa, 1994), una hermosa novela, según alguna novia, algunos amigos y varios críticos (otros dicen que no vale nada, pero a esos no hay que escucharlos). Después se me metió en la cabeza que nadie, en este país, sabe ser editor. Que los editores publicaban sin sentido alguno del markenting. Como yo había seguido unos cursos de marketing creí que podía aplicar algunas ideas para mejorar la venta de los libros.
Publiqué mi novela Instrucciones para atrapar a un ángel (Signotres editores, 1995). Vendí montones de ejemplares y obtuve dinero para reimprimir mi primer libro de cuentos, pero con algunos nuevos relatos. Lo llamé Previo al silencio (Signotres editores, 1995).

Publiqué algunos otros libros en mi sello, de otros autores, pero con ninguno de ellos gané dinero como con los míos y entonces quebré.
En 1997 publiqué una novela llamada Vértigo bajo la luna llena (Alfaguara 1997). Llevo como siete ediciones vendidas de ese libro que casi publico con otro nombre porque fue escrita después de una invitación hecha por la editora de entonces. Al escribirla en una semana, me di cuenta de que era todo un profesional en esto de crear escenas, suspensos, intrigas y acción.

El beso de la flama (Opera prima 2001) apareció en España más tarde. Fue maravilloso irme a la madrastra patria a presentarla. Me sentí un escritor de verdad. Al año siguiente, la novela apareció en Portugal con el nombre de "O beijo da chama" (Quasi Edicao 2002).Fue traducida al portugués de Portugal, cosa que no me ayuda en nada para que se publique en Brasil. Así es el mundo.

Mientras tanto, publiqué un libro de cuentos titulado infamemente Colorín Colorado, este cuento no ha terminado (Amores Libros 2003). Convertí a una estrella de la televisión peruana en un personaje infantil y la introduje en unos cuentos clásicos. Almendra Gomelsky se convirtió en Almendrita, una niña que antes de dormir reclama que le cuenten cuentos y como es traviesa se mete en ellos para intentar modificar el curso de la historia: vendimos como 5 mil ejemplares en menos de un mes, pero todos creyeron que Almendra lo había escrito.
A mí eso me tuvo sin cuidado.
A ella también.

Publiqué luego Él cazaba halcones (Norma, 2005), que ha sido super exitosa porque se agotó una edición completa y encima muchos colegios se quedaron sin usarla.
Como periodista, mi trabajo se ha ido al tacho, por culpa mía claro está, nunca me interesó ser periodista, y menos en el último quinquenio de la década pasada, cuando tantos se vendieron. Sin embargo, ahora extraño algo de las redacciones: la gente chispeante, brillante, graciosa.

Ahora colaboro de vez en cuando en Vogue y me encanta que mi fotito viaje por todo el continente en esa maravillosa revista que me hace escribir de cosas que ignoraba por completo hasta cuando las escribí.He publicado dos libros de texto para periodistas. Yo no tengo título académico alguno, ni siquiera puedo enseñar en la escuela donde estudié porque no terminé la carrera (que pienso pronto acabar por correo), y sin embargo, los nuevos periodistas aprenden con libros escritos por mi.Así son las paradojas del destino, como bien decía una tía mía, por las cosas que sucedían en la telenovelas a las que ella era adicta.

Ahora dirijo ENELPATIO, gestores culturales, una organización que promueve el desarrollo humano, la lectoescritura, la creatividad, la iamginación y la responsabilidad social de los individuos y las empresas.
Además, promoví y diseñé el Plan Lector Nacional que desde agosto del 2006 ha impuesto una meta de lectura a alumnos y maestros de 1 libro por mes: el objetivo es superar el analfabetismo funcional que condena a la pobreza a los peruanos y que no le permite a 8 de cada diez niños un desarrollo pleno de su economía, su profesionalidad y su personalidad.
Soy dirctor de ReCreo, con ermpresa con la que he vuelto al colegio, cosa que nunca pensé que me fuera a ocurrir.
Y escribo, claro, siempre escribo.

viernes, 6 de marzo de 2009